Cada vez que alguien pregunta qué es lituraté lo pienso como una nueva oportunidad para definir lo que no busca ser definido, es decir, un juego. Empezó con la idea de enlazar dos tradiciones (y habrá que ver qué entendemos por tradiciones) y aquí estamos, en un «entre» la literatura y el té. Hay dos formas de entender este «entre»: una como la forma imperativa del verbo «entrar» y, la otra, como preposición, lo cual implica que no se está dentro ni fuera de nada, ni de algo. Así lituraté es un espacio liminal para el pensamiento crítico a través de la lectura, la escucha, el sabor y la reunión. Propone reestablecer el ritual, devolverle al tiempo su duración en un ejercicio sinestésico. La actividad se resume en talleres, cursos, lecturas y ceremonias de té para fomentar el pensamiento colectivo y vivo. Si quisiera decirlo en una palabra, quizá diría que es la combinación de ethos y Eros.
Sabrina Ellmann, Buenos Aires, 1992
Dicen que el hábito (no) hace al monje. No sé. En el siglo de la performatividad lo único que puedo decir es que lo que más hago es leer, escribir, tomar y servir té. Otros dicen que primero fue el verbo. Con esto entiendo que fue el movimiento, energeia.
Dejo, por si es de curiosidad de quien lee, una suerte de versos:
Estudié,
me gusta estudiar.
Me gusta leer...
Fotografía, teoría de la literatura y literatura comparada, y teoría cultural (con enfoque psicoanalítico y feminista).
Y trabajé
siempre.
En galerías, en ferias de arte, en fundaciones, en escuelas –
como profesora, como asistente, como investigadora,
como coordinadora,
pero,
antes que nada
(o antes que todo),
esto es un juego.
Agradecimientos
El 2020 fue un año sísmico. Creo innecesario apuntar cómo y por qué, pero es vital reconocer y agradecer a quienes estuvieron ahí con un oído dispuesto a escuchar este delirio que espero que tenga algo de lucidez. Gracias, entonces, a Antonio, de la tetería Caj Chai, por haberme enseñado a lo largo de los últimos cuatro años sobre la hoja de té y su preparación; a Mária y Sara, por estar ahí en la práctica del té; a Maia, por idear el diseño; a Jun, por sus observaciones prácticas; a Gabriele, por compartir el amor por las notas de té, café y vino y entusiasmarse con armar las tacitas para el chai; a Filip, por la sugerencia del nombre Book a tea; a Karina, por el diálogo «a tierra» y armar la base del back-end del portal y a Martí por su involucración en el diseño y la re-programación de la página web; y a Gonzalo, por honrar cada paso de este proyecto. Evidentemente, como no podía ser de otro modo, a quienes estuvieron y a quienes vinieron y quienes están por venir.